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Posts Tagged ‘Rodrigo Fadic’

Red Fija

Hay una pieza común y corriente, al fondo se aprecia un televisor encendido que grita colores y formas.

El protagonista toma el teléfono, disca los números y espera que contesten con esa típica cara extraña que tienen los protagonistas del cine-arte ucraniano, húngaro o soviético en general. Películas extrañas, con escenas que no sabes si van a terminar en sexo u homicidio.

El protagonista comienza a hablar animadamente, del otro lado se ve una chica eslava. Ambos conversan entusiastas pero tímidos, el audio no se entiende un carajo y los subtítulos menos, pero se nota que hay onda, el lenguaje del amor es universal.

La escena no es de una película soviética, ni nada parecido. Ni si quiera es una película, la escena es en Chile señores, acá mismito, en Santiago, pero hace 15 años atrás, cuando los púberes no tenían celulares y llamar a la casa era un acto heroico de valentía y honestidad islámica.

Llamar por teléfono, por Teléfono era algo excepcional. Porque cuando llamabas a alguien a la casa te exponías a todo,  cualquiera te podía contestar y poner en un aprieto, descubriendo que llamas para celar a la más joven del hogar.

Recuerdo las palabras de un amigo; “si quieres decirle algo importante tienes que llamar a la casa, el celular es para temas casuales, cosas básicas, a parte, es muy caro”.

Habían cosas extrañas, propias de llamar por teléfono, como el viejo que sin saber quién eres, te retaba por la forma como empezabas la frase:

“…Joven, usted tiene que saludar como corresponde cuando llama por teléfono, porque…usted está llamando y yo no sé quién es, pero aun así, de alguna forma usted está entrando en mi casa y debe presentarse como tal…”

La señora histérica que desconociendo toda lógica, pensaba que todo el MUNDO conocía las reglas de su hogar:

“-…Aló, ¿está Vicente?- sí claro, y está al lado de su teléfono, llámalo ahí por favor, para algo le pusimos línea propia, adiós.”

 También era un clásico que se cruzaran las líneas y alguna pobla buscara su hijo pródigo guarecido en tu casa:

“-…Aló, negro, está el Richarts?-, perdón, Richard…no, está equivocado.”

“-…Aló, con el Richi porfa…- no, aquí no hay ningún Richard.

Había códigos para llamar por teléfono, porque no podías llamar a ciertas horas. Un día de semana el teléfono no podía pasar de las 10 de la noche.

Incluso había horarios para llamar; un domingo a las 3 pm… una locura, quién cresta se atreve a interrumpir la comida familiar a esa hora.

Un sábado a las 10 am? y exponerse que te conteste el viejo en bata? Jamás, porque si bien, al tipo no lo veías en bata, el audio, el tono y estilo de la voz del señor te hacían SENTIR que estaba en bata, y que tú lo estabas jodiendo.

¿Un telefonazo a las 12 un día de semana? Eso era algo de temer, generalmente significaba muerte, o alguna mala noticia.

Ahora todo se ha reducido a los teléfonos propios, a la red fija solo se llama en la pega y es algo así como propio de oficinas o ferreterías.

Todo se ha simplificado, o complicado, depende cómo se vea. Pero al teléfono ya no se llama.

Mientras pienso estas cosas, la película soviética avanza mezclando los dos únicos desenlaces, el joven ha tenido sexo con la eslava y ahora la está matando, una mierda de película.

Tomo mi teléfono, me llegó un WatsApp. Hay carrete a las 10, en la casa del Nacho.

-Rodrigo Fadic-

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Corría ágil como gacela en un prado abierto, arriba de la trotadora, cuando de repente la música se desconecta abruptamente, mi trance espiritual-deportivo se acaba de un suácate y me veo trotando como embarazada en el maldito gym. Por culpa del movimiento de la máquina, mi teléfono se calló y al rebotar en la huincha trotadora voló por los aires, por los suelos en verdad.

Apago la máquina trotadora para Hamsters gigantes y veo que mi comunicador yace desparramado por todas partes, con una mezcla de sudor y vergüenza empiezo a buscar sus partes, pero la batería no aparece. Nada que hacer.

Sin batería. Tan SmartPhone que era la wea, pero cagó igual, así que me voy para la casa Sin teléfono.

Agarro el Nokia antiguo que tenía, como del 2004 pero que parece del 78 y le inserto el chip, la batería y toda la payasada. Mientras lo estoy vendando con un elástico, porque la batería nórdica se hinchó -quien sabe por qué- me pongo a pensar en lo ordinario que es este ladrillo, pero lo simple que era de usar.

La batería, hinchada y todo, dura como 4 días sin cargar, mucho más que las 6 horas del teléfono que inventó el finao Jobs.

Camino al trabajo me pongo a pensar en el WathSapp, en la App, en el Foursquare, el Chek in, el mail que me van a mandar y que tengo que revisar en la micro, y que ya no tengo que preocuparme de la batería, solo de llamar o de que me llamen.

Luego la epifanía comunista, anti sistémica me llevó a un recuerdo mucho más antiguo, en la época en la que no había celulares a disposición de la gente normal y todo se hacía por “Teléfono”, el que llamamos Red Fija, tan solo hace unos 15 años atrás.

Recuerdo tan extraño y que en perspectiva parece añejo, descontextualizado, como una escena de una película ucraniana en la fría administración de la URSS.

Pero eso, lo escribo más adelante,  porque ahora tengo que hacer todas las cosas que no hice con mi Mobile.

-Rodrigo Fadic-

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Ahí estaba el escarabajo del año 81, auto que aquella noche sería protagonista de la atención y las miradas. Comprado meses atrás por un par de chauchas por el Seba, el dueño. Orgulloso de su chiche nos invitó a conocerlo de una manera muy poco convencional.

La joya fabricada en Brasil 3 décadas atrás recibía en su interior a 4 profesionales de medio pelo, cabros jóvenes, treintones, gozadores y alegres. Y para celebrar el auto del recuerdo, nada mejor que salir a dar una vuelta por la ciudad, quemando, picando maní, tomando unas cervezas y un botellón de vino fino, de 2 litros. Todo en movimiento, arriba de la pieza de colección creada por Adolf.

El motor de avión chirreaba y golpeteaba la vieja estructura del Volkswagen. Mientras las cervezas y el botellón pasaban de un asiento a otro, la vieja cabina era testigo de un paseo inolvidable, es que pasear por barrios pirulos y emblemáticos de Santiago en un auto del año 81 es algo casi romántico, un viaje a la nostalgia.

“….hoy se inaugura el Costanera Center, el edificio más grande de Sudamérica, que desafiando todas las leyes de la naturaleza se levanta por sobre los 300 metros de altura…”

Mientras escuchamos la radio, esta cuña periodística nos llamó la atención y despertó la curiosidad. Visitar un edificio tan imponente y moderno en un auto del pasado, era un panorama de lujo.

Sin pensarlo mucho, el Seba pasó la cola y dio vuelta, camino a Providencia, rumbo al Costanera, al año 2012.

Luego de subir más de 60 pisos en un ascensor digno de la NASA, llegamos al cielo, al mirador.

Cuatro treintones, medios volados, algo curados, arriba del edificio más grande y moderno de Sudamérica, con unas chelas en sus abrigos y portando quien sabe cuántos gramos de sustancias ilegales.

Ágilmente conversaban y se codeaban de lo lindo con autoridades, empresarios y visitantes de la  magna fiesta, hablando de arquitectura, modernidad, luces de Santiago, híper segmentación semántica, percepción de la realidad y un montón de estupideces.

La situación era propicia para generar un escándalo bíblico, si algún elemento de las fuerzas públicas, o privadas, se hubiesen percatado de tal agravio y desacato a la lucidez corporativa, el escándalo habría alcanzado ribetes internacionales, casi políticos.

La especulación amarillenta habría sido una locura. A su haber; La Cuarta: “4 gavilanes vuelan desde la torre del Horst”. “LUN: Drogas, Prostitutas y lujo en Santiago”. La Tercera: “ESCANDALO: drogadictos son invitados especiales en la inauguración del edificio más grande de Chile”.

Pero por suerte de aquellos valientes aventurados, nadie se percató.

Cuando el hambre ya era mayor que el tamaño de los bocadillos, decidimos bajar en un ascensor que parecía cabina espacial.

La joya de los años ochenta nos esperaba ansiosa, entre medio de tanto auto opulento. Nos subimos al escarabajo del año 81, que estaba estacionado en esta mega estructura del 2012. Contrastando 31 años de diferencia, curiosamente la misma edad mía.

-Rodrigo Fadic-

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DUDE! Where the mainz is my debled Car!

Oooh from hell y can NOT believe!   Gosh…its amazing gords Feck man!

Weon, este loco perdió mi aut-o, lo dejé acá y ya no está, I will Dash you man,

Dock you! Mother fucker, cacha ahí está mar-cado la quemá de forro de cuando se lo llevaron.

Yo no podía creer a este tipo, escuchaba los gritos desde lejos, unos insultos en inglés británico medio neozelandes, con unas onomatopeyas que escupía desde su boca, la verdad que era un inglés raro, con balbuceos y palabras que no existían; Dock yo!, Drash your balls buddy , pheck, dom y fock.

El pobre cuida autos nada entendía, solo sabía que había un energúmeno de metro noventa totalmente fuera de sus cabales gritándole cosas en un dialecto inentendible para alguien acostumbrado a la vida de calle y que obviamente no entendía.

Cosas como estas suceden muy pocas veces en la vida y por cierto hay que materializarlas, porque si no se olvidan. Son espectáculos, regalos divinos, momentos epopéyicos, propios de un show estilo Don Francisco.

Lamentablemente este acontecimiento ocurrió cuando aún no proliferaban los celulares con inteligencia y ultra tecnología, por lo que el único registro visual se encuentra en el lóbulo parietal de mi cerebro.

Loco miwra si she está riendo, estám cobersando con otro wn que cuida autos, te apues-to que esto está arreglado, eto es una mafia, Una mafia weon, Sí, una MA-FI-A señora!

Gritaba el protagonista, mientras apuntaba a una señora que pasaba rápido por la escena del peor crimen visto ese fin de semana. Los ojos desorbitados, baba cayendo de la boca un andar errático y las onomatopeyas anglicanas, Sour you bady, Am shor men, trill de naxt…I will fac yu!, i cant belive weon.

Yo lo dejé acá, estoy zegu-ro, si nos bajamos y fui a com—prar cigarros cuando te perdí y volví pa acá a buscar…….el encended–or que estaba en el auto y la wea no está men, no está, ese viejo chi-co se lo llevó coshemurrwe.

Los pantalones casi rozaban sus muslos, y gritaba, casi lloraba desesperado, por suerte era una calle chica y había poca gente mirando al verraco que no escuchaba razones.

-Viejo el auto está acá. Estamos en Salvador Donoso y nosotros nos bajamos en Isabel Riquelme, fui a ver cuando estabas hablando con el cuidador, ahí está la wea…vamos-

I will coll de cops, men, du you know, ah?, AH! The carabineros, undersand? And vay a ir to the carcel wn, por mi auto men, mi car!!

Ya dale, va-mos, si yo sabía que els auto estabah ahí po, si lo estaba a–sustando, porque estos gallos, siempre te roban y hacen cahgar los autos, a—hora te apuesto que aprendió la lección.

-Sí, claro-

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Ayer por fin pasó lo que esperaba hace tiempo, la Sofi me dijo que quería juntarse conmigo, y obviamente la invité a mi casa.

Cocino algo rico, conversa, un trago y listo.

Ya la conozco hace 1 mes, nos hemos visto harto, conversamos por Face (book) nos mandamos Whattsapp y a veces almorzamos juntos. Su oficina queda cerca de la mía.

Aún no me la agarro, me gusta hacer las cosas bien, como hacerme amigo de las minas y después atacar, hemos conversado caleta, cada vez siento que la conozco más y me gusta, yo cacho que hoy, cuando venga a verme, la hago.

Cuando me llamó igual me puse nervioso, me dijo que nos juntáramos, que tenía algo que contarme, que estaba emocionada, que teníamos confianza, que yo era su amigo aunque nos conociéramos poco, porque ella es de Curicó, entonces no tiene muchos amigos aún. La verdad no pesqué mucho lo que decía, habla caleta, las minas siempre hablan harto. Cuando me dijo que nos juntemos, dije:

Ok-

Luego pensé cómo la sorprendo, qué le cocino, qué le gustará a una mina de Curicó.

Voy a hacer magia, mi mejor receta:

Pescado/ Crema blanca / Salsa de Champiñones Ajo / Cebollas / Aliño completo / Vino blanco / Un poco de cerveza / Cocción / Queso / Dorar la parte de arriba

Acompañado con arroz blanco, suavecito, bien graneado, con un poco de curri.

Otro ingrediente importante es la presentación del plato, siempre he decorado bien los platos, creo que es esencial, hace la diferencia y el comensal lo agradece.

Aparte no cuesta nada, pones el arroz en una taza y queda como en cubitos, pareciera que fuera la torre de un castillo, simple, sencillo, elegante.

Encima unas tiras de pimentón rojo o verde.

Rodeado de un poco de salsa de soja, se ve gourmet y deja de ser “arroz con pesca´o” ahora es un plato.

Abro el horno y sale el olor, está la raja, huele súper bien. Ya debe estar por llegar.

Y si prendo velas?

Naah,

Muy siútico, va a pensar que soy muy emo, así nomás.

Voy preparando la mesa, algo sutil, que no se vea tan “cita” algo así como informal para que piense que me interesa pero que no soy obsesivo.

Toca el timbre, es ella.

Hola Sofi cómo estay, pasa pasa-

Hooola gallo, cómo estay!!

…oye yo te dije que quería venir, y contarte algo…

Él es Pato, mi pololo, llegó a Santiago ayer y quería que lo conocieras…

Es de tu misma onda, la misma música, ropa y gustos, yo cacho que se van a llevar la raja…

Hola Pato, qué tal-

Hola.

Sofi: mmm qué rico, cocinaste?

Esperai a alguien?

Si te molesta nos vamos…?

Aunque nosotros trajimos una promo

Querí?

-Rodrigo Fadic

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Hay una fiesta en Santiago, se escuchan batucadas, risas, familias y perros que ladran. Todos bailan alrededor de la plaza, un lugar que recoge a todos sus vecinos para que puedan conversar, leer, pasear y divertirse.

La Plaza Ñuñoa está viva, la plaza vive de las personas. Las personas viven de la plaza, las personas le dan vida a la plaza.

En medio de la moderna capital se levanta, se esconde, se defiende la vieja Plaza Ñuñoa.

Este tradicional sector de la comuna, al oriente de la ciudad de nuestro gran Santiago, en un lugar en el cual se combinan circuitos de bares, restoranes, lugares para la entretención y centros culturales.

Quiénes van a la plaza

Tan amplia y generosa es la oferta cultural y gastronómica de la plaza como las personas que la visitan, un variopinto y selecto grupo de ñuñoinos y curiosos visitantes:

Familia

Gente que va a dormir

Parejas que van a pololear

Perros

Vecinos

Jóvenes

Mayores

Viejos

Amantes de las bicicletas

Músicos

Vendedores

Artesanos

Gourmets

Plaza como Inspiración

Aquí se puede encontrar casi todo lo que en otras comunas, muchos dejaron de buscar. Un ambiente tranquilo, familiar, donde en la mañana se puede pasear con el abuelo, en la tarde con la pareja, y en la noche con los amigos.

Caminando por la plaza y sus alrededores te puedes encontrar con un local de helados, Carrete en familia, Música, Silencio, Libros, Cultura y un gran etcétera.

Este es el lugar que congrega todas las actividades culturales de la comuna, es un termómetro de lo que está pasando. La plaza Ñuñoa es nuestro diario, pasando por ahí sabemos qué está pasando en nuestra querida comuna.

La tierra de la revolución cultural, el cuartel de los revolucionarios, soñadores que vienen de otras partes de Chile donde sí se hace cultura, para hacer vida de plaza, vida de barrio. Esa que nos han ido quitando los Malls.

Pueden encontrar restorantes como Doña Inés, Ebano cocina Soul, La Taberna della pizza, La Destilería, Café las lanzas, el Clásico Dante y centros culturales en la misma plaza o al frente de ella como es el Teatro de la Universidad Católica y el centro de eventos La Batuta.

Así que tomen su bicicleta y pedaleen hasta que la música y los buenos aromas los lleven directo hasta la plaza Ñuñoa, para que se dejen encantar y puedan descubrir todos sus secretos.

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Hay murmullos incesantes, el campamento está agitado, los soldados conversan, susurran, algo traman, están molestos.

La batalla ha sido dura, la guerra larga y el trato malo. La comida es desabrida y los baños de pésima calidad. La General camina por los pasillos y los soldados callan. Están molestos, pero no se atreven, bajan la vista y siguen en sus labores, La General está conversando con un coronel lejano de un ejército aliado, y se pasean campantes entre medio de la chusma, los soldados rasos.

Hay olor a pólvora, entre los rasos hay soldados más viejos  y experimentados que están descontentos y mueven los hilos, ellos conocen a los insurgentes y saben cómo hacer un levantamiento armado.

La primera señal:

En la hora de almuerzo un pelotón de avanzada, un piquete de soldados con mejor instrucción militar dejan caer la comida al suelo y agitan sus viandas contra la mesa.

El quiebre:

Se acaba la reunión y el alto mando no está satisfecho, los empleados no han hecho lo que se les ha pedido y cliente está insatisfecho. Los soldados vuelven a sus carpas con la impotencia en los dientes y la decisión en el corazón, la situación ya no va más.

El líder se saca la polera y se sube a su escritorio con sangre en los ojos y grita a todo pulmón; Tanquetazoooooooo!!!!

Tanquetazoooooooo!!!!

Tanquetazoooooooo!!!!

El resto de la oficina asiente al grito de guerra y golpea las mesas con puños y patadas, el escándalo es total, es una declaración de guerra, un desafío, un desahogo, ahora todos saben que ya no hay vuelta atrás. Los murmullos han sido meses de trabajo en la clandestinidad, el ejército se ha forjado en el anonimato pero está listo para fraguar la batalla.

Se habla de los revolucionarios contra los oficialistas. Esos traidores de pecho frío, personas con poca sangre, que con tal de estar tranquilos y no hacer ruido no se hacen problemas, “hay que cuidar la pega po socio” dicen los de peor clase, esos que son capaces de infiltrarse en el bando contrario para delatar a sus compañeros por un poco de plata.

El tanquetazo no fue tal, no hubo carrocería blindada paseando por la oficina, fue solo un hecho simbólico que desató la batalla entre revolucionarios y oficialistas.

En el primer grupo estaban los más viejos, jóvenes de mente, personas con anhelos, sin ambición de poder o económica de por medio, luchaban para darle un sello de calidad a su trabajo. Los oficialistas, se mantenían bajo la sombra de la General, una mujer imponente que proyectaba temor en su mirada. A ellos nada les importaba, solo estaban con ella, con la estabilidad.

La batalla ha sido durísima, llena de sangre y muertes para ambos lados.

Recuerdo el caso terrible de una joven de los oficialistas que estaba limpiando su fusil sin mucha prolijidad hasta que se voló los sesos.

Una movida cruel fue el asesinato de uno de nuestros mejores soldados, lo tomaron por sorpresa a la salida de la oficina y lo acribillaron con más de 150 balazos. En la mañana solo se encontraron los casquetes y su pelo largo repartido en el suelo, de su cuerpo ni hablar.

Los ataques iban y venían, se sucedían durante toda la semana, había infiltrados en los 2 bandos, la oficina trataba de seguir adelante en sus labores pero la pugna interna era evidente, la guerra civil era cruenta y sangrienta. Varios líderes fueron retirados de sus puestos, movidos de sus cargos, las confabulaciones eran pan de cada día.

Luego de meses de batalla, el bando Revolucionario ha sufrido las mermas, sin el apoyo económico que goza el enemigo, hemos visto como nuestros hombres son removidos, despedidos y eliminados.

Asimilando la táctica de San Martín, ahora me he retirado del fulgor de la batalla, he cruzado la cordillera para tomar fuerzas y operar desde lejos, aún tengo mis informantes que me mantienen al tanto. Días atrás me llegó un telégrafo contando que uno de los altos coroneles oficialistas está a punto de caer.

La batalla sigue y pronto volveremos a atacar…

-Rodrigo Fadic

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